Los abetos verdaderos (Abies spp.) son hermosos árboles de hoja perenne, copas espesas,
habitualmente cónicas y puntas erectas. Muchos constituyen fuentes importantes de madera y pasta de papel; otros proporcionan bálsamos y aceites medicinales o se emplean usualmente en la industria; otros, en fin, son estimados como ornamentales y árboles de Navidad. Sus hojas, generalmente planas y ensanchadas en la base, dejan en las ramitas unas cicatrices redondas bien visibles. Las piñas de los abetos verdaderos se mantienen enhiestas en las pequeñas ramas y, cuando maduran, se caen a pedazos. Sólo el delgado corazón de la piña permanece en la rama una vez desparramada la semilla.
En varias partes de Europa, Asia, África del Norte y Norteamérica, crecen de 35 a 40 especies de abeto verdadero.
Los abetos que pueblan los bosques europeos pertenecen a dos géneros diferentes. El blanco (Abies alba), llamado así por el color claro de su tronco, ocupa el centro de Europa, descendiendo hasta los Pirineos, los Apeninos y Macedonia. Prefiere vivir en ambientes bastante húmedos: depresiones y barrancos. Sin embargo, existen otras dos especies en países más meridionales y adaptados a climas secos: el abeto de España (Abies pinsapo) en la mitad meridional de la Península Ibérica, y el abeto griego (Abies cephalonica), común en la helénica.
En los Alpes, norte y oeste de Europa, crece un falso abeto con las piñas colgantes y el tronco rojizo. Es el abeto rojo (Picea excelsa), planta más resistente a la sequía y a climas de tipo continental con fuertes oscilaciones térmicas.
En el Nuevo Continente, el abeto balsámico es el más común de las dos especies que viven en la parte oriental de América del Norte. Se encuentra en el sudeste del Canadá y en los Estados Unidos, desde Nueva Inglaterra a Minnesota, y también en los Apalaches.
De los nueve abetos occidentales de los Estados Unidos, seis son comunes: el abeto gigante, que crece en pequeñas elevaciones del litoral nordeste del Pacífico y en el norte de las Rocosas; el abeto púrpura del Pacífico, en las montañas litorales desde la Columbia británica hasta el sur de Oregón; el abeto noble, en las laderas superiores de los Montes de las Cascadas de Washington y Oregón; el abeto blanco, en las Rocosas centrales; el abeto rojo de California, y el abeto subalpino, el más extendido de estos árboles, típico de las grandes elevaciones, desde Alaska hasta el sur de Oregón y en las Rocosas hasta el sur de Arizona y Nuevo México. Las principales especies ornamentales son el abeto púrpura y el abeto español; el plateado del Himalaya; los abetos “momi” y “nikko”, del Japón; el siberiano, de Rusia; y el abeto Nordmann, en la región del mar Negro.
El abeto Douglas (Pseudotsuga douglasii), que crece desde las Rocosas al Pacífico y del Canadá a México, es el “rey” de los bosques del noroeste americano. Con frecuencia alcanza más de 60 metros de altura y cerca de dos metros de diámetro. Uno, cortado en 1895 midió 125 metros de altura. La madera del abeto Douglas se emplea para una gran variedad de cosas. Este bello árbol es también decorativo y proporciona la mayoría de los árboles de Navidad.
Las hojas del abeto Douglas, aunque planas como las de los abetos verdaderos, tienen la base estrecha en lugar de ensanchada y dejan en la ramita una cicatriz pequeña y saliente. Las piñas son asimismo diferentes de las de los abetos verdaderos, ya que cuelgan sin permanecer enhiestas y cuando maduran no se caen a pedazos.
El abeto chino (Cunninghamia lanceolata), árbol de leña en la China occidental, pertenece a la familia de las secoyas. Plantado alguna vez como ornamental, tiene unas hojas perennes afiladas, verde oscuro por encima y con dos franjas plateadas debajo. Los conos del abeto chino tienen unas escamas puntiagudas y espinosas.