En tiempos lejanos se atribuían a estas plantas propiedades mágicas.
La bifurcación de su raíz es lo que ha hecho que se las compare con un cuerpecillo humano, y de ahí que se creyera a la mandrágora en posesión de un poder a la vez humano y sobrenatural. El jugo de los tallos y hojas son venenosos.
Las mandrágoras son corrientes en los bosques sombríos de Europa y América del Norte. Los retoños que brotan de tallos subterráneos, salen a la superficie tan juntos, que al abrirse las hojas forman un dosel permanente. Las hojas más grandes miden de 13 a 30 centímetros de anchura, se extienden como una sombrilla sobre gruesos pecíolos y son de un aspecto más atractivo que el de la flor. Avanzada la primavera, aparece una sola flor oculta bajo las hojas. A ésta sigue una fruta parecida a una manzana amarillenta. La fruta es insípida, aunque comestible, y a veces se endulza para hacer de ella una compota.
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