A pesar de su gran toxicidad, la adelfa no es una planta peligrosa, dado que ni sus frutos, ni sus hojas atraen para comérselos, sino solamente para admirarlos por su belleza. Con su aspecto frondoso característico, la adelfa crece espontáneamente por las riberas del Mediterráneo, en Siria, en España, en el África del Norte, en Italia, etc. 
Se cultiva por su valor ornamental.La adelfa pertenece a la familia de las Apocináceas. Tiene unas dimensiones más bien modestas. Sus hojas son opuestas o dispuestas en verticilos triples, tenues y lanceoladas. Las flores, de vivos colores, grandes y elegantes, presentan en las variedades cultivadas todos los tonos del rosa y el rojo, y aun son frecuentes variedades con las flores blancas o de color anaranjado. Pueden ser sencillas o dobles, florecen en todas las estaciones y tienen un aroma particular, muy característico.
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